El
televisor representa a uno de los mejores y mayores aparatos ideológicos que ha
desarrollado el poder del estado. El hecho de enmarcar la animación de los
objetos en este aparato es para reafirmar el estado inconsciente de las
personas a las que va dirigida la pieza.
La
complejidad que ofrece la pieza en cuanto a su percepción o asimilación de un
supuesto mensaje que quiero transmitir está determinado por el significante que
le otorga cada usuario al hecho de observar el televisor.
El
televisor es el mejor lugar para no pensar.
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